miércoles, 31 de julio de 2013

Muchas gracias

De nuevo, quiero dar las gracias a todos los que me han acompañado en estos casi dos años. Han sido bastante difíciles e importantes, pero también gratificantes, porque a parte de descubrir lo genial que es escribir he aprendido mucho sobre el mundo, pero sobre todo de mí mismo.
Esta segunda parte me ha acompañado a lo largo de mi último año en un colegio en el que llevo estudiando desde que tengo memoria, ha sido el final de una etapa de dieciocho años, de los cuales tengo recuerdos preciosos, al igual que horribles, pero siempre he considerado que las etapas son como una saga de novelas: cierras una para empezar otra nueva. Y eso es exactamente de lo que trata la tercera parte de Las 112 Leyendas del Cuervo Negro, de cómo he cambiado y madurado, reflejado en los personajes.
Sin embargo, todo esto se habría quedado en un triste sueño de no ser por el apoyo que me ha brindado mi madre, que fue la primera en leer mis historias, o mi hermano, quién ha llegado a encarnar un increíble personaje. Hablando de personajes, mi eterna gratitud a Paula y Alicia, que hacen reales a los personajes en las portadas de los libros, a todo el que ha leído la historia y la han disfrutado como yo.
Dejo un sitio especial para mi tío Paco, porque él trajo unas sencillas páginas virtuales al mundo real en forma de libro sólido; fue el padre que necesitaba.
Pero también, aunque suene extraño, quiero darme las gracias a mí mismo por darme esta oportunidad, por creer que era capaz de terminar algo como una novela y continuarla.
En resumen: gracias a todos los que me habéis apoyado, los que me habéis leído, los que me habéis soportado, pero sobretodo a los que habéis creído en mí. Me habéis ayudado a cumplir mi sueño.
Gracias.

viernes, 12 de julio de 2013

Fragmento: Criaturas de la noche.

Este fragmento es del segundo libro, y es uno de mis favoritos porque indica el principio de una historia triste y fría, inicialmente separada de la trama principal. Debajo, un poco de ambientación de la escena.

     "Corrió dejando atrás Dryandales y adentrándose en los bosques oscuros al sur de Dementia. Sentía dolor en todo su cuerpo. Tropezó y cayó al suelo, sin fuerzas para levantarse. La chica se incorporó torpemente entre sollozos. Sentía una maldición en su interior y a la vez una bendición, batiéndose entre ellas para lograr dominar sobre la otra. Se llevó una mano al pecho. No sentía nada, su corazón ya no latía, y su alma dormía en un lugar lejano, ajeno a ella, frío y oscuro. Se puso el pelo rojizo detrás del hombro y bajó la cremallera de su mono. En su más absoluta desesperación, se clavó las uñas en el pecho, tratando de alcanzar su corazón. No sangraba, estaba muerta, seguía viva. Se dejó caer sobre las hojas secas mientras el siniestro bosque de negruzcos árboles y oscuras hojas rugía sobre ella, con las lunas brillando en el cielo de una noche clara, ya limpia de la oscuridad que la había envuelto. Un joven se acercó a ella. No era humano, ni era brujo. Incapaz de luchar, cerró los ojos y se dejó ganar."